miércoles, 17 de mayo de 2017

NANAHUATZIN

Decían que antes que hubiese día en el mundo que se juntaron los dioses en aquel lugar que se llama Teotihuacan, que es el pueblo de San Juan, entre chiconauhtlan y Otumba; dijeron los unos a los otros dioses “¿Quién tendrá cargo de alumbrar al mundo?
Luego a estas palabras respondió un dios que se llamaba Tecuciztécatl y dijo: “Yo tomo el cargo de alumbrar al mundo”. Luego otro vez hablaron los dioses, y dijeron: “¿Quién será el otro?”
Luego se miraron los unos a los otros, y conferían quién sería el otro, y ninguno de ellos osaba ofrecerse a aquel oficio; todos temían y se excusaban.


Uno de los dioses de que no se hacía cuento pero buboso, no hablaba sino oído lo que los otros dioses decían, y los otros habláronle y dijéronle: “Sé tú el que alumbres, bubosito”. y él de buena voluntad obedeció o lo que le mandaron y respondió: “En merced recibo lo que me habéis mandado, sea así”.
Y luego los dos comenzaron a hacer penitencia cuatro días, y luego encendieron fuego en el hogar, el cual era hecho en una peña que ahora llaman teotexcalli.
El dios Tecuciztécatl todo lo que ofrecía era precioso. En lugar de ramos ofrecía plumas ricas que se llamaban quetzcalli, y en lugar de pelotas de heno ofrecía pelotas de oro, y en lugar de espinas de maguey ofrecía espinas hechas de piedras preciosas, y en lugar de espinas ensangrentadas ofrecía espinas hechas de coral colorado; y el copal que ofrecía era muy bueno.
Y el buboso, que se llamaba Nanauatzin, en lugar de ramos ofrecía cañas verdes atados de tres en tres, todos ellos llegaban a nueve; y ofrecía bolas de heno y espinas de maguey, y ensangrentábalas con su misma sangre; y en lugar de copal ofrecía las postillas de los bubas.
A cada uno de estos se les edificó una torre, como monte; en los mismos montes hicieron penitencia cuatro noches. ahora se llaman estos montes tzaqualli, (y) están ambos cabe el pueblo de San Juan que se llama teotihuacan.
Después que se acabaron las cuatro noches de su penitencia, luego echaron por allí los ramos y todo lo demás con que hicieron penitencia.
Esto se hizo al fin, o al remate de su penitencia, cuando la noche siguiente o a la medianoche habían de comenzar o hacer sus oficios; antes un poco de la medianoche, diéronle sus aderezos al que se llamaba Tecuciztécatl; diéronle un plumaje llamado aztacómitl, y una jaqueta de lienzo; y al buboso que se llamaba Nanauatzin tocáronle la cabeza con papel, que se llama amatzontli, y pusiéronle uno estola de papel y un maxtli de papel; y llegada la medianoche, todos los dioses se pusieron en rededor del hogar que se llama teotexcalli: en este lugar ardió el fuego cuatro días.
Ordenáronse los dichos dioses en dos rencles, unos de la una parte del fuego y otros de la otra; y luego los dos sobredichos se pusieron delante del fuego, los coros hacia el fuego, en medio de las dos rencles de los dioses.
Los cuales todos estaban levantados, y luego hablaron los dioses y dijeron o Tecuciztécatl; “¡Ea pues, Tecuciztécatl, entro tú en el fuego”! Y él luego cometió pero echarse en el fuego; y como el fuego era grande y estaba muy encendido, como sintió el gran calor del fuego hubo miedo, y no osó echarse en el fuego y volvióse atrás.
Otra vez tornó para echarse en el fuego haciéndose fuerza, y Ilegando detúvase, no osó echarse en el fuego; cuatro veces probó, pero nunca se osó echar. Estaba puesto mandamiento que no probase más de cuatro veces.
De que hubo probado cuatro veces los dioses luego hablaron o Manauatzln y dijéronle: ‘lEa pues, Manauatzln, prueba tú!” .
Y como le hubieron hablado los dioses, esforzóse y cerrando los ojos arremetió y echóse en el fuego, y luego comenzó a rechinar y respendar en el fuego, como quien se asa; y como vio Tecuclztécatl que se había echado en el fuego, y ardía, arremetió y echóse en el fuego.
Y dizque luego una águila entró en el fuego y también se quemó, y por eso tiene las plumas hoscas o negrestinas; a la postre entró un tigre y no se quemó, sino chamuscóse y por eso quedo manchado de negro y blanco.
De este lugar se tomó la costumbre de llamar a los hombres diestros en la guerra quauhtlacélotl y dicen primero quauhtli, porque el águila primero entró en el fuego; y dícese a la postre océlotl porque el tigre entró en el fuego a la postre del águila.
Después que ambos se hubieron arrojado en el fuego, y después que se hubieron quemado, luego los dioses se sentaron a esperar de qué parte vendría a salir el Nanauatzin.
Después que estuvieron gran rato esperando, comenzóse a parar colorado el cielo y en todas partes apareció la luz del alba.
Y dicen que después de estos los dioses se hicieron de rodillas para esperar a dónde saldría Nanauatzln hecho sol: a todas partes miraron volviéndose en rededor, mas nunca acertaron a pesar, ni a decir qué parte saldría; en ninguna cosa se determinaron; algunos pensaron que saldría de la parte del norte y pararónse a mirar hacia él; otros hacia mediodía; a todas partes sospecharon que había de salir, porque a todas partes había resplandor del alba; otros se pusieron a mirar hacia el oriente, y dijeron aquí, de esta parte, ha de salir el sol. El dicho de él fue verdadero.
Dicen que los que mlraron hacia el oriente fueron Quetzalcóatl, que también se llama Ehécatl, y por otro nombre Anahuatlitecu y por otro nombre Tezcatlipoca el rojo; y otros que se llaman Mimixcoa, que son innumerables; y cuatro mujeres, la una se llama Tiacapan, la otra Teicu, la tercera Tlacoyehua , la cuarta Xocoyotl.
Y cuando vino a salir el sol, apareció muy colorado, parecía que se contoneaba de una parte a otra; nadie lo podía mirar, porque quitaba la vista de los ojos, resplandecía y echaba rayos de si, en gran manera; y sus rayos se derramaron por todas partes; y después salió la luna, en la misma parte del oriente, a par del sol: primero salió el sol y tras él salió la luna; por el orden que entraron en el fuego por eI mismo salieron hechos sol y luna.

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