CAPÍTULO XVI LOS SIETE SELLOS
Y
|
miré cuando el Cordero abrió uno de los
sellos, y oí a uno de los cuatro animales (del Gran Arcano) diciendo como con
voz de trueno: Ven y ve" (Ap. 6: 1).
"Y miré, y he
aquí un caballo blanco (la raza blanca); y el que estaba sentado encima de él,
tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió victorioso, para que también
venciese" (Ap. 6: 2). La raza blanca venció al Japón, y tiene muchas
ilustraciones contra el Japón.
"Y cuando él
abrió el segundo sello, oí al segundo animal (del Gran Arcano), que decía:
Ven y ve. Y salid
otro caballo, bermejo (la raza roja atlante de la cual descienden los piel
rojas de los Estados Unidos de Norte América). Y al que estaba sentado sobre él
(el Tío Sam), fue dado poder dé quitar la paz de la tierra, y que se maten los
unos a los otros, y fuéle dada una grande espada" (Ap. 6: 3, 4).
Actualmente aquel
caballo bermejo, de hirsuta crin alborotada y plateados cascos, come tranquilo
en los establos de Augias.
El brioso corcel
piel roja, ágil y ligero, nos recuerda la aguerrida raza atlante, cuyos últimos
vástagos nobles y fuertes fueron destruidos por el yanqui.
Los rubios
ciudadanos de los Estados Unidos del Norte, llevan en sus venas la sangre roja
de los viejos guerreros cuyo tronco real nació en el continente atlante.
Por este año 1958
(siglo XX) el caballo rojo come tranquilo, y los ciudadanos de los Estados
Unidos se preparan para la guerra atómica.
Pronto estallará la
tempestad en los Estados Unidos. El huracán aullará horriblemente en los
Estados Unidos. El cielo se llenará de negros nubarrones, y habrá muchos
lamentos, lágrimas y muy grande tribulación.
"Y cuando él
abrió el tercer sello, oí al tercer animal (del Gran Arcano), que decía: Ven y
ve. Y miré y he aquí un caballo negro (la raza negra, y toda raza morena, como
indostaníes, africanos, etc.; este caballo representa también el trabajo
honrado) Y el que estaba sentado encima de él (la raza negra, o morena, árabe,
indostana, etc.), tenía un peso en su mano (la esclavitud)" (Ap. 6: 5).
"Y oí una voz
en medio de los cuatro animales que decía: Dos libras de trigo por un denario,
y seis libras de cebada por un denario; y no hagas daño al vino ni al
aceite" (Ap. 6: 6).
He aquí el trabajo,
el duro bregar por el pan de cada día. Y los iniciados quieren paz y dicen:
"No hagas daño al vino sagrado ni al aceite de oro puro que alimenta el
fuego del candelero".
Trabajad en paz;
luchad por la paz; "amaos los unos a los otros como yo os he amado";
y cuidad el vino y el aceite, para que vuestra alma pueda desposarse con el
Cordero.
Empero, los
moradores de la tierra sólo quieren guerra.
"Y cuando él
abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto animal (del Gran Arcano), que
decía: Ven y ve. Y Miré, y he aquí un caballo amarillo (la raza amarilla); y el
que estaba sentado sobre él (el chino), tenía por nombre muerte y el infierno
le seguía y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar
con espada, con hambre, con mortalidad, y con las bestias (humanas) de la
tierra" (Ap. 6: 7, 8).
La guerra entre el
Este y el Oeste será horrible, y la China matará a millones de seres humanos.
El peligro chino es aterrador. El caballo chino arrastra tras de sí, el
infierno y la muerte. Jamás habrá un peligro más terrible.
El ejército chino
es terriblemente poderoso, y está armado de toda clase de armas de muerte.
Los tiempos del fin
ya llegaron y la guerra entre el Este y el Oeste es inevitable.
Relincha el caballo
amarillo, ágil y lleno de gran ira, y arrastra tras de sí el infierno y la
muerte.
"Y cuando él
abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido
muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían. Y clamaban
en alta voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y
vengas nuestra sangre (de acuerdo con la Ley Kármica) de los que moran en la
tierra?" (Ap. 6: 9, 10).
Los moradores de la
tierra han matado a los profetas y aborrecen al Eterno.
"Y les fueron
dadas sendas ropas blancas, y fuéles dicho que reposasen todavía un poco de tiempo,
hasta que se completaran sus consiervos y sus hermanos (iniciados) que también
habían de ser muertos como ellos (por la palabra del señor)" (Ap. 6: 11).
"Y miré cuando
él abrió el sexto sello, y he aquí fue hecho un gran terremoto; y el sol se
puso negro como un saco de cilicio, y la luna se puso toda como sangre"
(Ap. 6: 12).
Las partículas
radiactivas de las explosiones nucleares alterarán profundamente las zonas
superiores de la atmósfera terráquea. Esas zonas superiores son el filtro
supremo para los rayos solares. Cuando ese filtro haya sido totalmente alterado
por las explosiones atómicas, entonces ya no podrá analizar y descomponer los
rayos solares en luz y fuego. El resultado será que veremos el sol negro como
un saco de cilicio.
Los hombres desembarcarán
en la luna. La conquista de la luna es inevitable. Los buitres de la guerra
conquistan la luna, y ella se pondrá toda como sangre. Habrá, terremotos por
todas partes, tinieblas, hambre, enfermedades desconocidas, blasfemias y muy
grande tribulación. Las explosiones atómicas provocarán todas esas grandes
calamidades.
Los tiempos del fin
ya llegaron. ¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay! de aquellos que como en los días de Noé, comían y
bebían y se daban en matrimonio diciendo: Todavía tenemos tiempo para gozar.
¡Ay! de los
moradores de la tierra. Los tiempos del fin ya llegaron.
Las explosiones
atómicas traerán pestes, terremotos, hambres, maremotos y terribles
cataclismos. Habrá turbación espantosa en el sonido del mar, y olas monstruosas
nunca antes jamás vistas. Habrá guerras a muerte, y el caballo amarillo
arrastrará tras de sí el infierno y la muerte.
El principio del
fin ya empezó.
Empero todas estas
calamidades, no son sino el aviso, el prefacio, el preludio del acontecimiento
final.
Los hombres están
levantando nuevamente la torre de Babel. La punta de la torre es la luna. Todo
clarividente iluminado puede ver en los mundos superiores la torre de Babel.
Hueca torre de
frágil cristal, traición al Eterno, que pronto será quebrantada.
Por entre esa
frágil y hueca torre, desprovista de toda sabiduría divina, suben y bajan las
naves de Babilonia la Grande, la madre de todas las fornicaciones y
abominaciones de la tierra.
Esta vez, la torre
de Babel está representada por la ciencia hueca, superficial y vana de los científicos
materialistas
Dios confundirá sus
lenguas, y la torre de Babel será fulminada por el rayo terrible de la Justicia
Cósmica.
La torre frágil,
hueca y desprovista de toda espiritualidad, hoy como ayer, amenaza nuevamente a
los cielos estrellados.
Los ateos enemigos
del Eterno quieren asaltar el cielo, y conquistar otros mundos del espacio.
Pronto serán heridos de muerte.
En el sagrado
espacio donde sólo bullen y palpitan los innumerables mundos, reina el terror
de amor y ley. Los viajes interplanetarios sólo son para las humanidades
divinas del espacio estrellado. El hombre terrestre todavía no es digno de
penetrar en el espacio estrellado. Póngase a un mono (chango) en un
laboratorio, y obsérvese lo que sucede.
Cuando los hombres
conquisten la luna. Cuando los ateos enemigos del eterno profanen el espacio
sagrado. Cuando los sabios de la gran Babilonia llenos de orgullo y soberbia,
preparen la conquista de otros mundos; entonces es el fin.
La torre de Babel
caerá fulminada y de toda esta gran Babilonia no quedará piedra sobre piedra.
Un Mundo se acerca,
se viene aproximando a la tierra. ¡Ay de los moradores de la tierra!
El día del Señor
(la Nueva Era Acuaria) está ya cerca, y ese mundo que se aproxima, atravesará
la atmósfera, se encenderá en fuego vivo, y al caer sobre la tierra quemará con
fuego toda cosa que tenga vida, y habrá un terremoto tan grande cual nunca lo
hubo antes desde que existen los hombres sobre la tierra.
"Y las
estrellas del cielo (los grandes genios de la torre de Babel, las grandes
lumbreras del firmamento intelectual, los grandes señores de la gran Babilonia)
cayeron sobre la tierra, como la higuera echa sus higos cuando es movida de
gran viento" (Ap. 6: 13).
Las espigas de la
ciencia materialista ya se volvieron maduras, y el hombre cosechará los frutos
del deseo. Ahora recogerá el resultado de esta civilización sin Dios y sin ley.
"Y el cielo se
apartó como un libro que es envuelto (con el choque planetario), y todo monte y
las islas fueron movidos de sus lugares" (Ap. 6: 14). La nueva masa
planetaria mezclada con la masa terrestre formará un mundo nuevo. Habrá cielos
nuevos y tierra nueva, para la futura sexta gran raza.
"Y los reyes
de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y
todo siervo y todo libre (ya después de muertos y en su cuerpo astral) se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes (horrorizados y
sorprendidos con un cataclismo que no aguardan, y que ni remotamente
sospechan)" (Ap. 6: 15).
"Y decían a
los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de
aquél que está sentado sobre el trono, y de la ira (justicia) del Cordero (Ap.
6: 16).
"Porque el
gran día de su ira es venido; ¿y quién podrá estar firme?" (Ap. 6: 17).
Realmente sólo
podrán estar firmes aquellos que hayan edificado la iglesia del Cordero sobre
la peña viva, el sexo.
Los que edificaron
su iglesia sobre la arena de las teorías, rodarán al abismo, a los mundos
sumergidos, a los infiernos atómicos de la gran naturaleza. Esos son los perdidos.
Por aquellos días
sólo serán salvados secretamente los justos. Aquellos que ya levantaron la
serpiente sobre la vara, tal como lo hizo Moisés en el desierto. De ellos
saldrá el semillero para la futura sexta gran raza.
Los tiempos del fin
ya llegaron, y estamos en ellos. "Muchos son los llamados y pocos los
escogidos" (Mateo 20: 16).
El Gran Maestro
dijo: "De mil que me buscan, uno me encuentra. De mil que me encuentran,
uno me sigue. De mil que me siguen, uno es mío ".
CAPÍTULO XVII LOS CUATRO ÁNGELES
E
|
n el supremo
instante del éxtasis, nosotros los hermanos hemos entrado por las puertas del
templo de Jerusalém. En este valle de amarguras sólo queda el muro de las
lamentaciones. Sin embargo, el templo todavía existe en los mundos superiores.
Nosotros nos paseamos llenos de dolor por sus patios y por sus corredores.
Contemplamos sus
olímpicas columnas con sus hermosos capiteles, y sus cámaras, y sus vasos de
oro y de plata, y sus púrpuras, y sus reclinatorios.
En el Sanctum
Sanctorum del templo ya no resplandece la gloria del Señor Jehová. El santuario
ha sido asolado. El santuario ha sido profanado.
Ya no está allí el
Arca de la Ciencia, con sus sagrados querubines acoplados, terriblemente
divinos. Ahora sólo vemos dentro del Sanctum Sanctorum del templo, al Señor de
las Angustias.
Allí está su imagen
sagrada. Imagen que tiene vida. Allí está la imagen del Adorable y los judíos
se ríen de Él, y dicen: "Ese es el que soñó ser el Mesías prometido y
nosotros no creemos en él".
Todos se ríen. El
santuario ha sido profanado; el velo del templo se rasgó porque el Santuario ya
había sido profanado. Al matar al Cristo se profanó al santuario. Nosotros los
Hermanos del Templo, nos paseamos por el interior de él. El patio de los
sacerdotes estaba lleno de deportistas y mercaderes. En esto terminó el sagrado
templo de Jerusalém. La humanidad crucificó al Cristo y firmó, con sangre
inocente, su propia sentencia de muerte.
La misericordia
infinita nos concedió, sin embargo, un poco de tiempo más para que nos definiéramos
por Cristo o por Yahvé, por la Logia Blanca, o por la Negra.
Merecíamos todos
haber sido destruidos por el espantoso y horrible sacrilegio. El Cristo
asesinado, y el santuario profanado. Empero, la misericordia infinita nos dio
un poco de tiempo más, para que estudiáramos la doctrina del Cristo y
eligiéramos el camino.
"Y después de
estas cosas (que sucedieron en Jerusalém), vi cuatro ángeles que estaban sobre
los cuatro ángulos de la tierra (los cuatro archiveros del karma; los cuatro
Devarajas), deteniendo los cuatro vientos de la tierra para que no soplase
viento sobre la tierra, ni sobre la mar, ni sobre ningún árbol" (Ap. 7:
1). Ellos gobiernan los cuatro vientos y controlan con la ley a los cuatro
puntos de la tierra.
El profeta vio a
los cuatro santos deteniendo la ley; deteniendo a los cuatro vientos de la
tierra para que no soplase viento sobre la tierra, ní sobre la mar, ni sobre
ningún árbol.
Los cuatro santos
detuvieron la ley, el castigo que pesa sobre la cabeza de la humanidad que asesinó
al Cristo. La misericordia infinita nos dio tiempo para estudiar la doctrina
del Señor y volver al buen camino.
"Y vi otro
ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo (el
sello de Salomón); y clamó con gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales era
dado hacer daño a la tierra y a la mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra,
ni al mar, ni a los árboles, hasta que señalemos a los siervos de nuestro Dios
en sus frentes" (Ap. 7: 2, 3).
El Bodhisattva del
ángel que tiene el sello del Dios vivo en sus manos, está ahora reencarnado en
este siglo XX. Tiene cuerpo femenino y es un especialista maravilloso de los
estados de Jinas. Su nombre sagrado no lo debemos divulgar.
Este ángel nos dijo
a nosotros todos, la siguiente verdad: "Vamos a salvar la gente de esta
calle en diez días". Nosotros entendimos que se trata de la calle de los
justos. Una de las calles de la gran Babilonia. Los diez días simbolizan la
rueda de los siglos. La rueda de la reencarnación y el Karma.
Se necesitó un tiempo
para que la gente estudiara la doctrina del Cristo y se definiera por Cristo o
por Yahvé, por la Logia Blanca o por la Negra.
Los siervos de Dios
ya fueron sellados en sus frentes. Los Siervos de Satán también ya fueron
sellados en sus frentes. Los tiempos del fin ya llegaron, y estamos en ellos.
Los diez días ya se vencieron, y los tiempos del fin ya llegaron.
El sello de Salomón
es la suprema afirmación del Cordero y la suprema negación de Satán. Hilariux
IX dijo: "Sus dos triángulos que junta o separa el amor son las lanzaderas
con que se teje y desteje el telar de Dios ". Las seis puntas del sello
del Dios vivo son masculinas. Las seis ondas entradas que existen entre punta y
punta son femeninas. Total, este sello del Dios vivo tiene doce rayos: seis
masculinos y seis femeninos. Estos doce rayos cristalizan mediante la alquimia
sexual en las doce constelaciones del zodíaco. Estas doce constelaciones
zodiacales son los doce hijos de Jacob. Toda la humanidad se divide en doce
tribus: las doce tribus de Israel.
Con el sello del
Dios vivo queda clasificada la humanidad. La mayoría ya recibieron la marca de
la bestia en sus frentes y en sus manos. Unos pocos recibieron la señal del
Cordero en sus frentes.
"Y oí el
número de los señalados: Ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las
tribus de los hijos de Israel" (Ap. 7: 4). Sumando cabalísticamente los
números entre sí tendremos el número nueve: 1 + 4 + 4 = 9. Nueve es la novena
esfera (el sexo). Sólo serán salvos los que hayan llegado a la castidad
absoluta.
(Hoy
cinco de septiembre de 1958)
La gran tempestad
se avecina. El cielo está lleno de negras y amenazadoras nubes que el relámpago
ilumina. Por doquier sopla una brisa helada de muerte. Nosotros todos, hemos
llorado mucho. Hemos suplicado a un vigilante y santo muy terrible; le hemos
rogado, le hemos propuesto un negocio para conjurar la terrible tempestad que
se cierne amenazadora sobre la pobre humanidad doliente. Hemos pedido una clave
para conjurar la tempestad; pero todo ha sido inútil.
Los tiempos se
vencieron, y aquellos que no aceptaron la doctrina del Señor se hundirán en el
abismo. Sólo serán salvos los justos: aquellos que ya recibieron la señal de
Dios en sus frentes, aquellos que llegaron a la suprema castidad. Son ciento
cuarenta y cuatro mil los justos que serán salvos. Realmente sólo la suprema
castidad y el supremo amor a toda la humanidad doliente logran el milagro
divino de nuestra cristificación.
Debemos besar con
suprema adoración el látigo del verdugo que nos odia. Debemos expurgar nuestra
mente de todo deseo. Debemos vigilar el yo en todos los niveles de conciencia.
Muchos devotos fieles y sinceros que alcanzaron la castidad en este valle de
lágrimas, resultaron terriblemente fornicarios en el mundo de la mente cósmica.
¿Habéis meditado alguna vez en el peligro de las imágenes eróticas? Recordad
que dentro de la mente tenéis un hábil traductor. Ese traductor es el yo.
El yo traiciona a
los devotos de la senda. El yo crea efigies mentales, demonios vivientes del
plano mental. Con esos demonios Fornican los devotos en el mundo mental. Los
salones de cine son verdaderos templos de magia negra del mundo mental.
La mente crea
efigies vivientes, demonios tentadores absolutamente iguales a las imágenes
eróticas que hemos visto en el cine, o en los periódicos o revistas
pornográficas.
El yo nos traiciona
en otros niveles de conciencia: Una simple palabra erótica se convierte en
fornicación dentro del mundo mental. Una palabra irónica significa violencia en
el plano mental.
Necesitamos amar,
adorar a nuestros peores enemigos. Necesitamos llegar a la suprema castidad en
todos los niveles de la conciencia. Necesitamos dar hasta la última gota de
sangre por esta adorable humanidad. Nuestros labios deben besar los pies de
aquellos que más nos odian y maldicen. Nuestras manos sólo deben levantarse
para bendecir al enemigo que nos escupe y nos azota.
Son ciento cuarenta
y cuatro mil los santos Cristificados. Esto significa lavar nuestros pies en
las aguas de la renunciación. Esto significa castidad suprema, santidad
suprema, y supremo amor por todos los millones de seres que pueblan el mundo.
Hay que bajar a la
novena esfera, para trabajar con el fuego y el agua, origen de mundos, bestias,
hombres y dioses. Toda autentica iniciación blanca comienza por allí.
Hay que trabajar
con el arcano A.Z.F. Sólo así es posible recibir la señal de Dios en la frente.
"Y oí el
número de los señalados: ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las
tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil señalados. De la
tribu de Rubén, doce mil señalados. De la tribu de Gad, doce mil señalados. De
la tribu de Aser, doce mil señalados. De la tribu de Neftalí, doce mil
señalados. De la tribu de Manases, doce mil señalados. De la tribu de Simeón,
doce mil señalados. De la tribu de Leví, doce mil señalados. De la tribu de
Issachar, doce mil señalados. De la tribu de Zabulón, doce mil señalados. De la
tribu de José, doce mil señalados. De la tribu de Benjamín, doce mil
señalados" (Ap. 7: 5-8).
Toda la pobre humanidad
se divide en doce tribus. Toda humanidad se desarrolla y desenvuelve entre la
matriz zodiacal. El zodiaco es un útero dentro del cual se gesta la humanidad.
Estas doce tribus zodiacales sólo pueden recibir la señal de Dios en sus
frentes practicando con el arcano A.Z.F.
De cada una de las
doce tribus zodiacales sólo hay doce mil señalados. He aquí el arcano 12 del
tarot este arcano está representado por un hombre colgado de un pie.
Las manos atadas a
la espalda forman con la cabeza un triángulo con la punta hacia abajo y sus
piernas una cruz por encima del triángulo. He aquí el ligamen de la cruz con el
triángulo. He aquí la magia sexual. He aquí el arcano A.Z.F. He aquí la obra
realizada, el hombre viviente que no toca la tierra más que con el pensamiento.
Toda la ciencia de
la alquimia sexual fue grabada por Hermes en una Esmeralda. He aquí los
preceptos que se refieren a la Gran Obra:
"Tú separarás
la tierra del fuego, lo sutil de lo áspero, con gran industria. Sube de la
tierra al cielo, y de rechazo desciende a la tierra, y recibe la fuerza de las
cosas superiores e inferiores. Tú tendrás por ese medio, la gloria de todo el
mundo, y por eso toda oscuridad huirá de ti. Es la fuerza fuerte de toda
fuerza, porque ella vencerá toda cosa sutil y penetrará toda cosa sólida. Así
ha sido creado el mundo".
La clave
fundamental de la Gran Obra está en la unión sexual.
La fórmula del Gran
Arcano es la siguiente: "Inmisio membri virili in vagina feminae sine
ejeculatium Seminis".
No eyacular jamás
el mercurio de la filosofía secreta, Evitar el orgasmo fisiológico, Esta es la
clave fundamental de la Gran Obra. Realmente, la entidad del semen resulta
siendo, en el fondo, el mismo mercurio de la filosofía secreta que al ser
fecundado por el azufre (fuego vivo), se convierte en el maestro y regenerador
de la sal (hombre terrenal).
Sólo doce mil
señalados de cada una de las doce tribus de Israel, serán salvos del gran
cataclismo (esta cantidad es simbólica). Sólo aquellos que hayan logrado el
ligamen de la cruz-hombre, con el triángulo-espíritu, serán salvos.
"Después de
estas cosas miré y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de
todas las gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y
en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas (túnicas de Maestros), y
palmas (de victoria) en sus manos. Y
clamaban en alta voz, diciendo: Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre
el trono, y al Cordero (interno de cada hombre). Y todos los ángeles estaban
alrededor del trono, y de los ancianos y los cuatro animales (del Gran Arcano),
postráronse sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo
Amén. Y la bendición y la gloria y la sabiduría, y la acción de gracias y la
honra y la potencia y la fortaleza, sean a nuestro Dios para siempre jamás,
Amén. Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Estos que están vestidos de
ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Y yo le dije: Señor, tú lo
sabes. Y él me dijo: Estos son los que han venido de grande tribulación, y han
lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero (que todos
llevamos dentro)" (Ap. 7: 9-14).
Realmente sólo
trabajando con el arcano A.Z.F., podemos encarnarlo. Hay que bajar a la fragua
encendida de Vulcano (el sexo) para retemplar la espada y lograr la iniciación
venusta.
Allí baja Hermes
para limpiar los establos internos del alma con el fuego sagrado, y Perseo para
cortar la cabeza del Príncipe de este mundo, con la espada flamígera. Sólo así
podremos blanquear nuestros cuerpos internos con la sangre de nuestro interno
Cordero.
"Por esto
están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que
está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos" (Ap. 7: 15). El
Padre se goza en el Hijo, y el Hijo se goza en el Padre. El Padre es Uno con el
Hijo, y el Hijo Uno con el Padre.
"No tendrán
más hambre, ni sed, y el sol no caerá sobre ellos, ni otro ningún calor.
Porque el Cordero
(su propio Cordero Interior), que está en medio del trono los pastoreará, y los
guiará a fuentes vivas de aguas, y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de
ellos" (Ap. 7: 16, 17).
Tenemos que
resolvernos a morir como egos en todos los planos de conciencia cósmica.
Tenemos que
reconocer nuestra propia miseria y pecado, para que nuestra alma de diamante se
pierda en el Cordero.
El Señor Interno
nos pastoreará y nos guiará a fuentes vivas de aguas. Aquel que bebe de las
fuentes de agua pura de vida, nunca jamás tendrá sed, y ríos de agua pura de
vida manarán de sus vientres.
Nosotros
necesitamos pasar por una verdadera revolución de la conciencia.
Las experiencias de
la vida complican y robustecen al yo. Llevamos muchos millones de años
evolucionando... ¿Y qué?, ¿Qué hemos ganado con tantas experiencias? El hombre
sencillo de hace dieciocho millones de años, es ahora el hombre complicado y
difícil, astuto y egoísta de las grandes ciudades... ¿Es esto progreso?
¡Miremos al niño!
¡Cuán bello es! ¡Cuán inocente! Conforme va creciendo el niño, conforme va
evolucionando y ganando experiencias a través de las distintas edades de la
vida, se va complicando cada vez más, se va volviendo cada vez más astuto, y
cuando llega a la ancianidad está lleno de malicia, egoísmo, desconfianza,
resentimientos, maldades, etc. ¿Es ésta evolución?
Las experiencias de
la vida complican y robustecen al yo. Nosotros necesitamos disolver el yo.
Cuando hemos disuelto el yo, entonces hay revolución total de la conciencia.
Realmente el yo para lo único que sirve es para hacer maldades.
Necesitamos bajar a
la novena esfera (el sexo), para decapitar el yo.
El yo evolucionando
a través de los siglos, se robustece y fortifica con las experiencias.
Nosotros no
necesitamos ahora evolución. Lo que necesitamos es revolución.
Cuando disolvemos
el yo, entonces el Cordero Interno, entrará en el alma.
Cuando el Cordero
Interno entra en el Alma, se transforma en ella. Él se transforma en Ella, y
Ella en Él.
De esta simbiosis
divina y humana nace eso que llamamos el Hijo del Hombre.
¡Esa es la
revolución de la conciencia!
Los cuatro ángeles
detuvieron los cuatro vientos, aplazaron el karma que pesa sobre la humanidad,
para que nosotros estudiáramos la doctrina del Adorable.
Con la evolución
nos volvimos tremendamente destructivos y perversos.
Ahora necesitamos
una revolución total de la conciencia.
Necesitamos
decapitar y disolver al yo.
Necesitamos
encarnar al Cordero Inmolado.
Y oí el número de
los señalados: Ciento cuarenta y cuatro mil señalados de todas las tribus de
los hijos de Israel" (Ap. 7: 4).
No hay comentarios:
Publicar un comentario